La Hermandad en Casa


     Sabemos que la rivalidad y los celos entre hermanos son un fenómeno normal. De hecho, es difícil preparar a los hijos mayores a ceder la atención enfocada en ellos cuando llegue un bebé nuevo.
Sin embargo, dentro del laboratorio del hogar, es clave que tus hijos empiecen a practicar la tolerancia, la aceptación, la generosidad, la asertividad y la verdadera amistad con los hermanos primero, para luego salir a aplicar estas lecciones de vida en el mundo afuera de la casa.
Para lograr una relación óptima entre tus hijos,
 en casa promueve:


  1. El Respeto.   Cada miembro de la familia es único, con el derecho de ser respetado incondicionalmente como es. En casa no permitas las burlas ni las críticas hirientes entre tus hijos.  Como base, insiste en que todos se hablen por su nombre, sin poner apodos ofensivos. No promuevas las bromas pesadas.
          Modela el respeto siempre cuidando tu lenguaje cuando te dirijas a tus hijos.




      2. El aprecio.   Enseña a tus hijos a apreciar los talentos especiales de cada miembro de la
          familia. Si uno de tus hijos es muy bueno en matemáticas, por ejemplo, motívalo a ayudar al
          hermano a quien se le dificulte. Si tu hija es muy buena deportista puede dar consejos a su
          hermano quien quisiera aprender algún deporte.
          En la familia cada uno de tus hijos debe identificarse por sus talentos particulares y ser “el
          experto” en algo que puede aportar a los demás.




       3. La comunicación.  Enseña a tus hijos a compartir sus emociones, y a expresar sus dudas,
           miedos y aspiraciones. Si existe una fuerte base de respeto y aprecio, hay confianza.  
           Es muy importante que tus hijos conozcan las debilidades de sus hermanos, y que respeten
           sus sentimientos. Si a alguien no le gusta que se le hable a que se le trate de cierta manera,
           insiste en que este deseo sea respetado. Dale a cada uno de tus hijos la seguridad personal de
           ser  asertivo y articular sus necesidades.
                Si tus hijos aprenden a proteger a sus hermanos y ayudarlos a sentirse seguros, estarán    
            forjando un fuerte vínculo de confianza y complicidad que los unirá para apoyarse
            mutuamente en el futuro.


        4. La atención.   Invierte tu tiempo sabiamente con cada uno de tus hijos, tomando en
            cuenta sus necesidades particulares. Es muy importante que cada uno de ellos se siente
            atendido por ti, sin tener que llamar tu atención de una forma especial.
            Ten cuidado de hacer a cada uno de tus hijos sentirse especialmente querido y apreciado, y
            no te dejes monopolizar por alguno de ellos, aunque sea más pequeño o tenga necesidades
            especiales.
            Por ejemplo, si hay bebé nuevo en casa, puedes dejar que alguien más se encargue del
            pequeño mientras tú te dediques al hermano mayor un rato para revisarle la tarea o jugar un
            juego de mesa, para que también tenga su tiempo contigo.




        5. La paciencia.  En casa, todo el mundo tiene que aprender a esperar su turno. Nadie recibe
            atención ni respuestas al vapor.
            En una forma sistemática y bien planeada, se pueden establecer rutinas para servir la
            comida, por ejemplo, empezando con los miembros más chicos de la familia.
            Premia la paciencia de tus hijos, reconociendo cuando esperen su turno y no interrumpen. Con
            esta práctica das el mensaje que todos tienen derecho a tener su tiempo, y nadie es más
            importante ni más privilegiado que los demás.




         6. La convivencia.  En el mundo moderno, a veces organizamos tanto la vida de nuestros
             hijos que los hacemos pasar la mayoría de su tiempo en actividades formales con niños de
             su edad, como son las clases de natación, karate, gimnasia, etc.
             Sin embargo, no debemos quitar el tiempo a la convivencia familiar entre hermanos.
             Cuando yo estaba chica, mi mamá nos daba permiso de jugar con los vecinos solamente si
             estábamos ya jugando bien con nuestros hermanos.
             La práctica de pasar tiempo de calidad con los hermanos quienes nos conocen íntimamente
             puede ser un reto que termina por enriquecer nuestras habilidades sociales, ya que no puedes
             engañar a tu hermano ni impresionarlo fácilmente.
             Con los hermanos tu hijo debe aprender a ser él mismo, sin la necesidad de fingir.
             Es importante que tus hijos tengan el tiempo de compartir sus juegos, sus confidencias y su    
             imaginación, y que lleguen a saber que siempre pueden contar con sus hermanos para
             convivir y escuchar.




         7. La amistad.  Una relación de amistad se construye a través del tiempo. ¡Qué mejor que sea
             una relación de hermanos! ¿Quién te puede conocer mejor que alguien que ha convivido
             contigo desde chico?
             Si tú promueves una relación positiva entre tus hijos, estarás dejando un importante legado:
             en el futuro, ellos pueden ser los mejores amigos quienes sean leales incondicionalmente, se
             cuiden entre sí y busquen siempre ayudarse y apoyarse.
             La amistad entre hermanos es un tesoro que puede durar toda la vida.
             Fuente: http://hijos.about.com/od/Relaciones-sociales/a/La-Hermandad-En-Casa.htm by  Margaret McGavin
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